Buenos Aires, septiembre de 2025. La especialista en inteligencia emocional y liderazgo, Verónica Dobronich, encendió una alarma emocional en la conversación pública al afirmar que “la mayoría de las interacciones en redes sociales hoy no son entre personas, sino con robots”. En un mundo saturado por la tecnología y la inteligencia artificial, Dobronich propone una pausa: desconectarse para reconectar.
Su reflexión surgió en una entrevista con el programa Basta Babi, donde abordó con profundidad cómo la transformación digital está afectando nuestra capacidad de vincularnos, sentir, escuchar y convivir. Y es que, como lo indica, el hambre del siglo XXI no es de comida: es hambre de humanidad.
Internet muerta y la pérdida del contacto humano
Verónica se refirió al concepto de “Dead Internet Theory”, citado por el CEO de OpenAI, Sam Altman. Según esta teoría, buena parte de lo que consumimos en internet comentarios, interacciones, mensajes no proviene de personas reales, sino de bots o inteligencias artificiales. Este fenómeno pone en jaque la autenticidad de las relaciones digitales.
“La espontaneidad está desapareciendo. Se pierden los modales, el saludo, la empatía. Nos hablamos como comandos: sin tono, sin pausas, sin emociones”, explicó. Para Dobronich, esta desconexión emocional está directamente ligada al aumento global de trastornos como la ansiedad, sobreestimulación digital y déficit de atención.
El imperio del multitasking y sus consecuencias
En el corazón del problema se encuentra la falsa idea de que podemos hacer múltiples tareas al mismo tiempo. Dobronich desmitifica el multitasking: “Nuestro cerebro no es multitarea. Lo que hacemos es cambiar de foco constantemente, y eso genera un estrés silencioso que agota nuestra energía emocional”.
Desde su experiencia como docente universitaria, señala una profunda crisis en las habilidades sociales de las nuevas generaciones. “Los jóvenes llegan a una entrevista laboral sin saber mirar a los ojos, sin saber expresarse cara a cara. Esto es una consecuencia directa de la vida en pantallas”.
Redes sociales: dopamina y adicción emocional
Las redes sociales, diseñadas para retenernos, generan una liberación continua de dopamina. Verónica lo compara con una adicción. “Estamos enganchados al like, al scroll infinito. Se pierde el sentido de presencia. Incluso en los encuentros familiares o entre amigos, todos están mirando el celular y no al otro”.
Para ilustrarlo, menciona que hoy los gestos de afecto se han reducido a stickers reenviados, mensajes automatizados o saludos impersonales. “Hasta el Día del Amigo se ha convertido en una cadena de flyers. Perdimos la intención emocional del vínculo”, afirma.
Niñez digital: ¿a qué edad deberían los niños usar redes?
Dobronich plantea una inquietud urgente: la exposición prematura de niños y niñas a redes sociales. Según estudios que cita, el cerebro recién está preparado para procesar adecuadamente el entorno digital a los 16 años. “Ver chicos de 6 u 8 años con celulares, jugando solos frente a una pantalla, es alarmante. Estamos comprometiendo su desarrollo emocional y sus habilidades sociales”.
También celebra iniciativas escolares que prohíben el uso de celulares en las aulas: “Es un paso necesario. No hay aprendizaje integral sin vínculos reales y sin presencia”.
Offin Club: espacios sin tecnología para reconectar
Una tendencia que crece en Europa y que Verónica celebra es la creación de espacios sin tecnología, conocidos como Offin Clubs, donde se prohíbe el uso de celulares para fomentar conversaciones reales. “Volver a lo humano es revolucionario. Sentarnos a charlar sin pantallas es casi un acto subversivo”.
Incluso menciona que en el futuro, las personas pagarán por ser escuchadas por un humano, no por una máquina. “Las profesiones más valiosas serán aquellas que ofrezcan humanidad: escucha, empatía, comprensión. Volver a lo imperfecto será un lujo”.
Desconectame, por favor: el libro que invita a respirar
Frente a este escenario, Dobronich publicó recientemente su libro “Desconectame, por favor. Cómo escapar de la presión de las redes sociales y la hiperconectividad”, una guía con ejercicios prácticos para volver al equilibrio emocional.
El libro propone recuperar hábitos olvidados: mirar a los ojos, saludar con intención, escribir cartas, conversar sin interrupciones, caminar sin auriculares. “No se trata de demonizar la tecnología, sino de usarla con conciencia y límite”, aclara.
Pebling: volver a los pequeños gestos
En la entrevista, Dobronich también rescató una tendencia viral conocida como pebling, que consiste en hacer pequeños gestos de cariño, inspirada en los pingüinos que regalan piedritas a su pareja. Aunque esta práctica es milenaria, hoy se revaloriza como símbolo de una necesidad colectiva: reconectarnos desde lo pequeño.
“Lo que antes era comúndecir ‘buen día’, traerle un café a alguien, preguntar cómo está hoy parece un lujo. Necesitamos más piedritas, más humanidad”, reflexionó.
Una revolución emocional en curso
Para Verónica Dobronich, la revolución pendiente no es tecnológica, sino emocional. “Hay que volver a lo básico: escuchar con atención, mirar al otro, sentir al otro. Solo así podemos sanar el daño que esta hiperconectividad nos está causando”.
Sus palabras son una invitación urgente a repensar nuestros vínculos, tanto personales como profesionales. Porque en un mundo dominado por algoritmos, elegir lo humano es el acto más valiente.